jueves, 12 de marzo de 2009

El bebé crece

El desarrollo físico del bebé con Síndrome de Down seguirá las mismas pautas que las de cualquier otro niño pero deben tener en cuenta que será más lento y requerirá de estímulo. Su bebé va a tener muchos logros; como todos los niños, después de aprender a caminar querrá subirse a un triciclo, comer mil helados, andar en patines, patinetas y bicicletas. Tendrá muchos amigos y podrá nadar, bailar, jugar y pelearse con otros niños. La lista puede ser muy larga, todo depende de las oportunidades que ustedes le brinden.

Mientras crece y para lograr todo esto su hijo necesitará mucha estimulación debido a la hipotonía muscular que hace que le cueste trabajo controlar su cuerpo.

Algunos bebés tardan más, (el periodo de tiempo es variable dependiendo de cada niño) en adquirir el control de su cabeza, sentarse y, finalmente, caminar.

Los profesionales recomiendan que, tan pronto como sea posible, lleven a su bebé a un centro de estimulación temprana donde les enseñarán cómo estimular su desarrollo psicomotor. La adquisición de habilidades motoras da al niño herramientas para desarrollar su pensamiento, el habla y la interacción social.

Hay áreas en que su hijo necesitará más apoyo. La adquisición del lenguaje, por ejemplo, dependerá de su condición física e intelectual, así como de la estimulación que reciba. Por lo general, los niños con Síndrome de Down hablan un poco más tarde y tienen niveles y formas de comunicación distintas a la de los otros niños de su edad. Pueden tener dificultad para articular, pero el problema más común es la organización gramatical, es decir, hablar en oraciones completas y con un lenguaje rico y bien estructurado. Si su hijo lo requiere, busquen el apoyo de un profesional.

En cuanto al desarrollo de su pensamiento, hay que tomar en cuenta que los niños con Síndrome de Down tienen discapacidad intelectual. Esto quiere decir que su hijo tendrá dificultades para desarrollar las habilidades adaptativas que todos necesitamos para desempeñarnos con independencia en la vida cotidiana: actividades como comunicarse, cuidar de sí mismo, realizar tareas hogareñas, relacionarse con los demás, usar los servicios de la comunidad y organizar su tiempo libre, entre otros.

Sin embargo, además de limitaciones su hijo tendrá muchas capacidades, puntos fuertes en los cuales tendrá que apoyarse para compensar sus áreas débiles. Si recibe los apoyos apropiados, durante un periodo prolongado, su funcionamiento en la vida cotidiana mejorará enormemente.

Dependiendo del grado de discapacidad intelectual de su hijo y del estímulo que reciba, los apoyos irán disminuyendo y, a veces, sólo serán intermitentes.

Su aprendizaje, aunque lento, será seguro. Muchos niños logran aprender a leer, escribir y a resolver problemas matemáticos. Su nivel de aprendizaje dependerá del desarrollo completo de su propio potencial y de lograr un medio ambiente amoroso y estimulante en la familia.

En lo que se refiere al desarrollo social, su bebé es como cualquier otro niño. Tendrá las mismas necesidades, sentimientos y deseos que los demás: podrá integrarse perfectamente bien a cualquier ambiente si le enseñan cómo hacerlo y se lo permiten. Muchas veces somos nosotros, los adultos y nuestros temores, los que hacemos que el niño tenga una actitud antisocial.

La aceptación, el cariño, el estímulo constante y la firmeza y claridad en los límites son los mejores recursos que la familia puede brindar al niño para estimular su crecimiento, desarrollo e integración. Es en la familia donde el niño aprende los conceptos, hábitos y pautas de relación básicas que le darán independencia y favorecerán su socialización

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