jueves, 12 de marzo de 2009

Carta para padres


El bebé que van a llevarse a casa tiene Síndrome de Down. En estos momentos, posiblemente sientan que éste no es el bebé que estuvieron esperando, con tanta ilusión, durante meses y que todos los planes que habían hecho para su hijo han cambiado; que es un sueño del que van a despertar porque debe haber un error.


Ante el nacimiento de un hijo con discapacidad, muchos papás permanecemos en estado de shock, incapaces de reaccionar, con la mente en blanco. Sentir enojo, dolor, miedo, rechazo, tristeza o culpa es común entre las parejas que hacemos frente a esta situación. Nadie nos prepara para ser padres y menos para serlo de un bebé con necesidades especiales.


Lo que sentimos es normal y no podemos ignorarlo. Cuando tratamos de eludir nuestro enojo y frustración estos se vuelven contra nosotros y se transforman en depresión. Es importante que estemos conscientes de lo que estamos experimentando y cómo y de qué forma estas emociones pueden afectar la interacción con nuestro bebé.


Expresarlos, buscar en la pareja, la familia y los amigos la comprensión y solidaridad que necesitamos, encontrar el espacio para elaborar y poner en su lugar nuestras emociones es fundamental.


Saber que nuestro hijo tiene una discapacidad, nos sumerge en un duelo profundo. Cada persona vive este proceso de manera diferente y lo encara con los recursos que su propia experiencia de vida le ha dado.


La aceptación es un proceso, no se da de una vez y para siempre. Como una espiral iremos repitiendo el ciclo en diferentes etapas y ante los distintos retos que la discapacidad nos irá planteando, aunque cada vez con menor intensidad y más recursos para enfrentarlo.


Cuando hablamos de aceptación hablamos de dar la bienvenida al bebé, con todas sus características y su condición. Aceptar significa entender y admitir el hecho real de que nuestro hijo es y será siempre una persona con Síndrome de Down (SD); y que esto implica retos para su desarrollo.


Un bebé con SD es —como todos los demás bebés— un ser único. Tendrá su propia personalidad, limitaciones y capacidades y, sobre todo, la misma habilidad de dar y recibir amor.


Su bebé, como todos los bebés, merece respeto, atención a su ritmo y proceso de desarrollo, educación y estímulo a su inteligencia. Sobre todo, merece la oportunidad de dar a otros lo que él es. Si rompemos la parálisis emocional que nos provoca el impacto del diagnóstico y empezamos a ver a nuestro bebé con Síndrome de Down, antes que todo, como a un bebé y emprendemos la búsqueda de los apoyos que necesitamos, iremos avanzando en nuestro propio proceso emocional al mismo tiempo que descubriremos la emoción y la alegría que nos proporcionará cada avance de nuestro hijo.

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